lunes, 13 de febrero de 2012

Dioses asociados a la locura

Ate: en la mitología griega, hija del dios Zeus y de Eris, diosa de la discordia. Ate era la diosa de las acciones irreflexivas y sus consecuencias.
Zeus la arrojó del cielo por sentirse engañado cuando tomó a la ligera un juramento hecho por el dios. Se dice que fue responsable de la amarga disputa entre los héroes griegos Agamenón y Aquiles durante la guerra de Troya.


Tres dioses de la mitología griega estaban asociados a la locura: Até, Manía y Dionisos LA LOCURA EN LA ANTIGÜEDAD
Até ( Ἄτη ) era la diosa de la insensatez y la ruina. Personificaba las acciones irreflexivas y sus consecuencias, o los errores cometidos por hybris, o prepotencia. Los antiguos griegos creían que estas acciones inevitablemente llevaban a los hombres a la perdición o la muerte. Por ejemplo, en una de los relatos de la mitología, Até persuade a Ámpelo para que impresione a su amante (Dionisos) cabalgando un toro. Ámpelo acaba por caerse del toro y se rompe el cuello. Los dioses lo transforman entonces en una vid.
La Até en el siglo XXI Sin embargo, nosotros no definimos como “locos” a los poseídos por Até en la carretera.


En la Ilíada, Homero dice que Até es la hija mayor de Zeus, sin mencionar madre alguna. Instigada por Hera, usó su influencia sobre Zeus para que éste jurase que el día que naciera un mortal descendiente suyo, éste sería un gran gobernante. Hera inmediatamente retrasó el nacimiento de Heracles y provocó el de Euristeo prematuramente, logrando así que éste obtuviese el poder destinado al primero. Encolerizado, Zeus arrojó a Até a la tierra para siempre, prohibiendo que volviese al cielo o al Olimpo. Até vagó entonces por el mundo, pisando las cabezas de los hombres en lugar de la tierra, provocando el caos entre los mortales.
También en la Ilíada se refiere Fénix a la Até, al hablarle a Aquiles diciendo: «ésta es robusta, de pies ligeros y por lo mismo se adelanta, y recorriendo la tierra, ofende a los hombres». Dice también que es importante entregarle a Até ofrendas, que la previenen y la alejan.
En su Teogonía, Hesíodo afirma que la madre de Até es Eris (Discordia), pero no menciona a ningún padre. Algunos autores, pues, la consideran hija de Zeus con Eris.
Las Litaí (‘oraciones’) iban tras ella pero Ate era rápida y las dejaba muy atrás.
Apolodoro, afirma que cuando fue arrojada por Zeus, Ate cayó en una montaña de Frigia, que fue bautizada con su nombre. Más tarde Ilo, persiguiendo una vaca, fundó allí la ciudad de Ilión, esto es, Troya. Esta bonita floritura está cronológicamente reñida con la fecha en la que según Homero ocurrió la caída de Ate.
En las Dionisíacas de Nono, Hera incita a Ate para persuadir a Ampelo, un joven a quien Dioniso amaba apasionadamente, para que impresionase a éste cabalgando un toro. Ampelo acabó por caerse del mismo, rompiéndose el cuello, siendo entonces transformado en vid.


En las obras de escritores clásicos Ate aparece bajo una luz diferente: venga los actos malvados e inflige justos castigos a los delincuentes y su posteridad,1 de tal forma que su personalidad es casi la misma que la de Némesis y las Erinias. Aparece con mayor protagonismo en los dramas de Esquilo, y con menor relevancia en los de Eurípides, donde la idea de Dice (Justicia) está más completamente desarrollada.
En Julio César Shakespeare presenta a Ate como una invocación de la venganza y la amenaza. Marco Antonio, lamentando el asesinato de César, imagina al «espíritu de César, pidiendo venganza, con Ate a su lado llegará ardiendo del Infierno, gritará en estos confines con voz de monarca “¡Caos!” y soltará los perros de la guerra...».
Se llama Nefas o Error en la mitología romana.

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