domingo, 5 de febrero de 2012

Santiago de Chile: Café con Piernas

La imagen de prostitución que tienen los cafés con piernas en el centro de Santiago de Chile son fruto de la necesidad y audacia de las mujeres que atienden.

Existe un amplio catálogo de cafeteras nacionales y extranjeras, datos en foros on line y lo que está de moda es el servicio “expreso”, que reporta mucho dinero y no toma más de diez minutos en satisfacer las necesidades sexuales de cada cliente.
Son las 16 horas de un día de semana cualquiera y en un café con piernas cerca de la Plaza de Armas escucho: “Hola papito, ¿Muy cansadito? Relájese. ¿Qué va a tomar? ¿Me invita un juguito?” y luego de unos minutos de conversación Stephanie me susurra al oído, mientras se frota contra mi pelvis y manosea mis genitales: “por cinco lucas te hago una pajita, masturbación, por ocho una chupadita, felación, y por diez la hacemos cortita ahí atrás, coito, ¿dale?”
Es directa. No importa si entras por primera vez al oscuro y ruidoso local, la oferta no demora más de cinco minutos y se realiza en el acto. La falta de privacidad no incomoda ni impide que las “cafeteras”, como se conoce a las mujeres que atienden, entreguen el servicio a un costado de la barra.
El “Expreso”
Roberto, quien aceptó la entrevista si no entregaba su nombre real, tiene 36 años y lleva más de 10 visitando los cafés. Con experiencia habla de las calles Teatinos, Diagonal Cervantes, Merced y galerías céntricas como la Santiago Centro, la Alessandri y la Edwards, populares entre quienes realizan este circuito sexual. “Con el tiempo ha ido cambiando la rutina de los cafés. Antes era complicado llegar a uno que te ofrecieran sexo rápido. Pero ahora es diferente. Si tienes 15 minutos y 10 lucas, estás listo, te podis pegar un polvo en el mismo local, el verdadero expreso”, afirma con cara de cliente satisfecho.
Stephanie tiene 24 años y lleva sus pechos descubiertos con calcomanías en los pezones. A la vista quedan las estrías de su embarazo y la cicatriz de su cesárea cubierta con un tatuaje. Atiende el turno PM, desde las 15 hasta las 21 horas. Antes trabajaba desde las 9 de la mañana. Invitarla un diminuto vaso de jugo cuesta dos mil pesos y da el pie para que baile y se restriegue contra el cuerpo del cliente. Bajo la luz violeta del café Reloncaví, ubicado en el “caracol de la muerte” -galería con forma de caracol en Merced- a pasos de la Municipalidad de Santiago, cuenta: “Es difícil sancionar a los cafés por lo ligera de ropa que andamos, tampoco se puede comprobar que aquí hay prostitución, porque son locales abiertos a mayores de 18 años, tienen puertas polarizadas y no se ve sexo en un baile privado”.

Kathy tiene 29 años. Trabaja en el Tkche de Diagonal Cervantes y recuerda que el Barón Rojo causó furor hace unos años por el “Minuto Feliz”, un minuto cronometrado donde las cafeteras realizaban un show topless. “Pero ahora la cosa es mucho más descarada. El sexo aquí es un secreto a voces. Nosotras nos cuidamos de hacerlo bien rápido, para que no nos pillen in fraganti”, agrega mientras se acomoda la transparencia sobre sus caderas

“Estokadores”
El sitio web La Estokada tiene un foro dedicado a estos cafés. Roberto lleva dos años registrado y ha hecho su aporte. “Cada vez que uno asiste, comenta su experiencia. Tenemos una tabla para poner nota al servicio, al local y a lo que uno consume”, expone. Se pueden encontrar datos y recomendaciones sobre cuáles son las cafeteras más voluptuosas disponibles en la actualidad.
Gonzalo, accedió a la entrevista si no se revela su identidad, también comparte en el foro. Con un lenguaje especial muestra preocupación por no ser descubierto. Un ejemplo es la “cuadra maldita”, refiriéndose a Teatinos, donde existen 6 locales en 100 metros y una variada oferta. “Comenzamos a utilizar esos nombres porque nuevos miembros del foro preguntaban con ingenuidad sobre lo que se puede hacer dentro de los CCP (cafés con piernas). Eso generó desconfianza porque podían ser los tiras, Policía de Investigaciones, tratando de sacar información. Porque “de a poco se fue dando que las chicas ofrecían algo más que el perreo, al ritmo del reggaetón se frotaban contra los clientes, comenzamos a jugar “flipper”, manoseo de los pechos descubiertos, y con unas pocas lucas te la podías servir ahí mismo”.
El comercio sexual se ejerce de manera abundante, ilegal y cotidiana en el centro de la capital. Según el listado actualizado de los “estokadores”, funcionan cerca de 120 locales donde el café es sólo la excusa para satisfacer los arrebatos sexuales y son cerca de 400 mujeres las que se ofrecen.

La oferta internacional
Yhajaira Quivera tiene 27 años. Es dominicana de raza negra, trabaja junto a dos peruanas y una ecuatoriana en el café Camaleón de la calle 10 de julio. Con un cuerpo escultural que se puede apreciar sin dificultades, viste un pequeño bikini verde que brilla con la luz fluorescente del pequeño local, apenas 20 metros cuadrados. Cuenta que ella es “la fantasía de los hombres, en especial de los casados, que tras salir del trabajo y antes de llegar donde los espera su señora. Aquí vienen para relajarse, recrear la vista, desahogarse y algunos, cuando tienen plata, les gusta echarse una canita al aire”, comenta imitando el acento chileno.

Blanca, la ecuatoriana del Camaleón, relata que ellas son preferidas “porque somos exóticas. A los hombres les atrae otro color de piel y gastan harto dinero para disfrutarnos” y revela que tienen un asiento con cojines entre el baño, su camarín y la barra que “no supera los dos metros cuadrados, pero alcanza para hacer lo que se desee. Una lamida o una penetración deja bastante dinero, mínimo unos ocho mil pesos y no toma más de 10 minutos”, agregando que en un muy buen día se pueden ir con 40 mil pesos en la cartera.

Carlos Córdova es uno de los dos dueños del café Camaleón y cuenta: “siempre las tachan de objetos sexuales, que se prestan para saciar los instintos sexuales masculinos. En algunos locales es verdad, por eso andan casi en pelota. Sé que en el mío debe pasar porque la mayoría son extranjeras y necesitan plata, para eso vinieron a Chile. Yo las ayudo en darles visas de trabajo y gano plata al ofrecer minas de diferentes países”.

Sin embargo no todo es placer al interior de los cafés con piernas. Paty tiene 22 años, llegó hace un mes desde Arequipa y trabaja sin visa en el barrio 10 de julio. A la semana ya enviaba remesas y no sabe cuánto más soportará, pues no soporta que “un gordo excitado me toque sin parar. Pero necesito el dinero. Pregúntale a cualquiera de las otras chicas qué siente”.

Hay locales donde las cafeteras deben pagar comisiones a los dueños si concretan una transacción sexual, entre tres y cinco mil pesos, y en otros se la juegan por la propina, llegando a los 700 mil pesos mensuales. Están conscientes del uso de preservativos. Algunos tienen pequeños privados, donde la atención es personalizada y fugaz. Los que no cuentan con ese espacio, deben realizar el acto sexual frente a los demás clientes, que no se incomodan frente a la situación.


Fuente: Luis Castro (Surruido.com)

4 comentarios:

  1. La prostitución no es ninguna noticia rara; es desgraciadamente el oficio más antiguo de la humanidad deshumanizada. Saludos

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    1. Lo raro son los cafés con piernas, si un día vas, notaras que hay chicas de todos los países, y todo por un cefe. Es una idea rara y genial!!

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  2. Yo pololeo con una cafetera!!! :D

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  3. la prostitucion no es mala, el proxenetismo es el malo al obligar a una persona a vender su cuerpo,eres libre de vende tu cuerpo.

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